
Posiblemente a causa de la crisis sanitaria generada por el coronavirus, y del hecho de que nos hayamos visto obligados a llevar a cabo un confinamiento y acciones de distanciamiento social, las plataformas de video como Netflix, Prime Video, o HBO han duplicado suscriptores. Por ello, es de lo más habitual durante las conversaciones con amigos, virtuales en su mayoría, la constante recomendación de series de televisión. En honor a la verdad, pese a que me encuentro suscrito a muchas de ellas, en los últimos meses no estoy teniendo tiempo para disfrutarlas. Entre el trabajo, la lectura, el deporte y pasar tiempo con mi mujer e hijos, las he dejado absolutamente de lado. Todo lo contrario que mis hijos, que muy a mi pesar, y siempre con ciertos límites, se están convirtiendo en unos heavy users de las mismas, eso sí, en su versión infantil.
Bueno, como os iba diciendo. Hace una semana, un compañero de trabajo me recomendó ver Gambito de Dama, la nueva miniserie de Netflix. Para el que no la conozca, y sin ningún ánimo de hacer spoilers, cuenta la historia de la talentosa ajedrecista Beth Harmon, y su búsqueda y empeño en convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo. Hasta aquí puedo leer. Como suele ocurrir en muchas ocasiones, hay series que por alguna razón te absorben haciendo imposible esperar los 10 segundos para que llegue el siguiente capítulo, y más si se trata de una ficción de pocos capítulos y una única temporada. Eso es exactamente lo que me ocurrió a mi. Me llamó mucho la atención la historia, pero sobre todo sus constantes paralelismos con mi profesión, la inteligencia competitiva.

Como el ajedrez, la inteligencia competitiva de una organización se basa en un proceso sistemático que conlleva observar, recopilar información relevante, analizar, para luego llevar a cabo una buena toma de decisiones. En ese sentido, Harmon estudia el juego, jugadas y movimientos de forma constante, el entorno en el caso de las organizaciones, así como el análisis de las partidas previas de sus rivales, la competencia en nuestro caso. Todo ello, es lo que lleva Beth Harmon al éxito en una disciplina como el ajedrez, que, en ese momento, era un coto cerrado de hombres.

Si algo ha puesto de manifiesto la crisis global derivada del Covid-19, es que es importante estar preparado para lo que vendrá, debemos contar con una estrategia que nos proteja ante un entorno en constante cambio, independientemente de que se trata de un cisne negro, como ha sido el caso, o de nuevas tendencias disruptivas que puedan impactar en nuestro negocio, nuevos paradigmas de innovación, nuevos modelos de negocio desarrollados por nuestros competidores, nuevos o conocidos, así como nuevos hábitos por parte de los consumidores.
Durante el relato de la historia, encontramos constantes afirmaciones de los protagonistas que bien podría pensar yo mismo en cualquier reunión con potenciales clientes.

Recuerdo como en el primer capítulo, Mr. Shaibel, conserje que trabaja en el sótano del orfanato donde se encuentra Harmon, y persona que le inculca la pasión por el ajedrez, durante una de sus cientos de partidas le explica el denominado “gambito de dama”, que no es sino una apertura que te permite tener cierta ventaja en relación a tu oponente. Creo que es absolutamente obvio su pararelismo con una disciplina como la inteligencia competitiva, donde el objetivo es justo ese, proporcionar ventaja.
A medida que Harmon va creciendo y ganando campeonatos nacionales, su pasión por el estudio del ajedrez va aumentando. En infinidad de momentos durante la serie, Harmon se disculpa y se encierra en su habitación mientras dice “voy a estudiar el tablero un rato”. Eso es algo imperativo en las organizaciones, donde nuestro tablero es conocer como se está moviendo el sector en todos los ámbitos. Eso es lo que nos permitirá reaccionar de forma temprana y neutralizar y minimizar riesgos.

Como os comentaba antes, por aquel tiempo el ajedrez parecía destinado a los hombres. Cuando Harmon empieza a destacar, se crea cierto malestar entre el género masculino, llegando a decirle que “una mujer no puede ser competitiva”. Eso me llevo a pensar que cualquier empresa, independientemente de su tamaño o cuenta de resultados tiene la obligación de ser competitiva, o al menos poner todas las herramientas que estén en su mano para conseguirlo. También me llamó la atención una declaración que hace Harmon durante una entrevista a la revista Life, en la que dice que “la creatividad y la psicosis van de la mano, o para el caso, la genialidad y la locura”. Las empresas no pueden permitirse el lujo de no ser creativas, de dar rienda suelta a esa genialidad que seguro que tienen muchos de sus empleados. Las personas son el mayor valor que puede tener una organización, y capacitarlas para maximizar su creatividad e innovación puede ser la mejor inversión que la empresa haga jamás.

Por último, es muy interesante la forma tan obsesa en que Harmon estudia a sus rivales. Recuerdo que en la primera partida en la que se vio obligada a pedir tablas a su rival, al subir a la habitación del hotel donde se alojaba, le dijo a su madrastra “Quería ganar. Quería aprovechar sus debilidades, que viera que podría ganarle, pero no jugué como debía. Cuando más lo analizaba, peor era. Me pilló desprevenida”. El estudio de nuestros competidores jamás nos garantizará el éxito, pero si nos acercará mucho a él. Como me gusta decir, las organizaciones deberían tener una máxima grabada a fuego, y no es otra que la cita de Federico I el Grande de Prusia, que rezaba “Se puede permitir ser derrotado, pero nunca sorprendido”.
Os recomiendo fervientemente a todos los que no lo hayáis hecho, ver Gambito de Dama, independientemente de si el ajedrez se encuentra entre vuestros hobbies, y la inteligencia de negocio entre vuestras obligaciones. Pasaréis un rato agradable, viendo como la pasión por hacer lo que nos gusta es el mejor camino hacia el éxito. Los gambitos, incluido el de dama, son sacrificios. Entregas el peón para abrir la defensa del adversario. A Harmon le cuesta esa estrategia de sacrificar algo por un bien superior porque juega constantemente al ataque y considera todas sus piezas esenciales. Hay lecciones de IC ahí también: sacrificas el peón de dama (en la serie, su naturaleza de mujer, su parte humana) para conseguir el éxito.