
Me encuentro en Atocha dispuesto a coger patinete eléctrico para subir el paseo del Prado. Saco mi móvil, escaneo el código y empiezo el recorrido. Una vez he llegado a mi destino dejo el patinete. Empiezan a fluir los datos. Trayecto recorrido, nueva ubicación exacta del patinete y coste del viaje. Pero todo no acaba allí, cada uno de los miles de viajes similares al mío quedan registrados para su posterior análisis. ¿El objetivo? conocer patrones de uso, zonas y trayectos de mayor demanda y perfiles de los usuarios. Hoy ha sido un patinete, pero ayer fue un coche eléctrico y anteayer una bicicleta. La movilidad sostenible está en pleno hype. Si bien es cierto que las consecuencias derivadas de la Covid han repercutido en su uso, se trata sin duda del futuro de la movilidad en las grandes urbes.
La ciudad que viene estará basada en la electrificación y descarbonización del transporte, en el uso eficiente de los datos obtenidos a partir de tecnologías como el IoT, sensores inteligentes, así como en redes 5G y 6G.
En una tarea tan vasta como esta deberán participar muchos actores. La innovación en materia de movilidad y definición de ciudades e infraestructuras inteligentes no viene solo de la mano de compañías tecnológicas, empresas de transporte, públicas y privadas, grupos de infraestructuras inteligentes y sostenibles, sino que las ciudades, entendiendo como tales a autoridades y ciudadanos, tienen un rol muy importante. Pero no son los únicos.
Todos los países se han dado cuenta del gran desafío que supone la sostenibilidad a todos los niveles. En París, los Campos Elíseos se diseñaron originalmente como un lugar para pasear. Pero en 2021, alrededor de 64.000 automóviles circulan por una avenida de ocho carriles cada día. El gobierno francés ha decidido rediseñarlos en un proyecto de 304 millones de dólares que convertirá la avenida de 1,5 Km en lo que la alcaldesa Anne Hidalgo llama «un jardín extraordinario». El rediseño reduciría a la mitad la huella de carbono de la zona, y al mismo tiempo, daría prioridad a la movilidad de las personas. La capital francesa, planea prohibir los vehículos no eléctricos para 2030, lo que otorga una importante misión a la electrificación del transporte, apostando en gran medida por soluciones de micromovilidad.

Hace unos días comentaba un artículo en el New York Times donde reflexionaba como grandes ciudades como Nueva York o Los Ángeles, derivado de la pandemia, habían descubierto una nueva realidad sin apenas vehículos. “Se oyen pájaros y el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles!!!”, dicen muchos ciudadanos sorprendidos. Sin vehículos, se han disparado las ventas de #VMP eléctricos. De hecho, los 10 peatones muertos al mes en la capital del mundo ya son cosa del pasado. Las ciudades y actores asociados están dando un paso hacia adelante.

Como he comentado, el uso y análisis de los datos serán el pilar fundamental de la ciudad del futuro. En esa línea, me llamó la atención como la empresa de neumáticos Bridgestone definió su visión para la ciudad del futuro basada en la movilidad sostenible. El mayor fabricante de neumáticos del mundo enumera factores como la micromovildiad sostenible, las flotas de vehículos eléctricos autónomos, o los neumáticos inteligentes de origen ético y reciclable con la capacidad de ser personalizados en función de las necesidades de cada cliente, como nuevos paradigmas de esa futura realidad. Paralelamente, y en su firme apuesta por la innovación en el tratamiento de los datos basará su nueva tecnología en neumáticos capaces de rastrear y transmitir datos, incluido el desgaste de la banda de rodadura, las condiciones ambientales y el análisis de datos avanzado para predecir y prevenir problemas de mantenimiento.

La creación de ciudades sostenibles empieza a estar en el pipeline de la gran mayoría de países. Obviamente no es una tarea fácil, ya que deberán cohabitar las infraestructuras heredades con otras nuevas, más inteligentes y eficientes.
La semana pasada Reuters se hacía eco de que el príncipe heredero de Arabia Saudita dio a conocer sus planes para construir una ciudad sin emisiones de carbono, sin automóviles, sin carreteras y preservando el 95% de las áreas naturales de NEOM. La transitabilidad definirá la vida de esta nueva ciudad sostenible, donde todos los servicios diarios esenciales, como escuelas, hospitales, instalaciones de ocio, así como zonas verdes, estarán a cinco minutos a pie. Asimismo, la electrificación de la micromovilidad facilitará los viajes y brindará a los residentes la oportunidad de recuperar tiempo para dedicarlo a la salud y el bienestar. Se espera que ningún viaje dure más de 20 minutos.
Las comunidades de esta ciudad hiperconectada serán cognitivas, y estarán impulsadas por Inteligencia Artificial (IA). Su principal objetivo será el de aprender de forma predictiva nuevas formas de hacer la vida más fácil a ciudadanos y empresas. Se estima que el 90% de los datos disponibles se aprovecharán para mejorar las capacidades de las infraestructuras, un dato muy superior al 1% que normalmente se utiliza en las ciudades inteligentes ya existentes. Más datos. Par lograr este hito, se destinarán la friolera 200.000 millones de dólares, y tiene previsto una duración de 3 años.

De esta forma, el príncipe Mohammed Bin Salman, diversificará una de las economías más grandes del mundo basada actualmente en la producción de petróleo. La ciudad, conocida como «The Line», se extenderá más de 170 km y podría albergar a un millón de residentes en un ecosistema impulsado por un 100% de energía limpia.
Pero ¿seremos capaces de llevar todo esto a cabo? Esperemos que sí. Hoy en día hay esperanza. Cientos de ciudades están redefiniendo sus políticas de emisiones y movilidad. Por ejemplo, Barcelona ha creado su cuarta Supermanzana, la de Poblenou.

El Plan de Movilidad Urbana (PMU) persigue reducir la red básica de circulación de 912 a 355 kilómetros y liberar seis millones de metros cuadrados que se quitarían al coche para entregarlos a los vecinos, algo, sin duda, difícil de conseguir. Pero al menos, se están dando pasos hacia un nuevo futuro orientado a un nuevo diseño urbano, que cambie la morfología social de las ciudades.
En este sentido, un reciente artículo sobre las supermanzanas publicado en El País, hablaba de como la ampliación de las zonas peatonales está cambiando la vida de barrios como el de Poblenou, donde a pesar de las reservas iniciales, los vecinos explican cómo ha cambiado su vida diaria: donde antes veían congestión y atascos, ahora en su lugar hay sillas, bancos, parques infantiles, zonas verdes donde disfrutar de un mayor bienestar.
SU IMPACTO EN LA SALUD
Así, de hacerse realidad todo este tipo de proyectos que hemos comentado conllevará un gran beneficio asociado a la salud. Julio Díaz, jefe de Epidemiología de la Escuela Nacional de Salud Carlos III indicaba recientemente que: “Cuando sube el ruido, suben los ingresos por ansiedad, depresión y suicidios».

En este sentido, Díaz indicaba que “más del 70% del ruido en Madrid se debe al tráfico, y un 70% de la contaminación urbana también se debe a la congestión de vehículos, si el origen es el mismo… ¿por qué no estudiamos la causa común y vemos qué pasa? En el estudio, relacionamos los ingresos en el Hospital Gregorio Marañón con el número de vehículos que circulaban por las calles próximas, y vimos que había una asociación clara entre el número de coches y el de ingresos por este tipo de patologías (patologías circulatorias, respiratorias y diabetes)”
Así, a raíz del brote mundial de coronavirus, el miedo a contagio, así como las medidas de distanciamiento social, ha provocado un pequeño cese en el uso de la micromovilidad y transporte compartido. Pero según Mckinsey, el sector ya está preparado para su regreso, pero deberá ser de una forma diferente, con un análisis más sosegado y certero. Según la consultora americana, «lejos de ser una víctima de la pandemia, algunas formas de movilidad compartida (patinetes y bicicletas eléctricas) mostrarán ganancias sustanciales a largo plazo«. Las empresas de gestión de flotas y movilidad deben prestar atención a las lecciones de la pandemia e intensificar aún más el uso de datos para evaluar las opciones de los vehículos, ya esta nueva etapa vendrá acompañada de un cambio de demandas del consumidor torno a la movilidad individual.